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LUGAR DE LA EDIFICACIÓN DE MÉXICO-TENOCHTITLAN. CÓDICE DURÁN

lunes, 15 de febrero de 2021

¿Aztecas? ¿Mexitin? ¿Mexicas? ¿Tenochcas? o ¿Culhua-Mexicas?

 Y luego les cambió el nombre a los aztecas,                                                                                                                                                          diciendo: Desde ahora ya no os llamareis                                                                                                                                                              aztecas; yo os doy un nuevo nombre; en                                                                                                                                                        adelante mexitin.       

Chimalpahin   

    Ya el título de la presente entrada nos mueve un poco a desconcierto. Pero intentaré esclarecer, apoyándome en las fuentes documentales y la historiografía posterior, el nombre que creo más correcto para denominar al último pueblo prehispánico en llegar a la Cuenca de México. 

    Los habitantes de una población eran denominados en nahuatl añadiendo un afijo a la raíz del enclave en que vivían. Para los topónimos terminados en tlan, el sufijo plural correspondiente era teca. Así, en el caso de Aztlan a la raíz Az se añade teca para formar azteca -los habitantes de Aztlan-; del mismo modo los pobladores de Tepoztlan serían tepozteca; o los de Acatlanacateca. Una excepción a los terminados en tlan la constituye tenochca, habitantes de Tenochtitlan. En el caso de Mexico el sufijo es ca, para formar mexica-los habitantes de Mexico-.

    Hay que tener en cuenta, en primer lugar, que según el origen étnico de las historias que han llegado hasta nosotros, sea través de manuscritos o de escritos coloniales, los gentilicios dados al pueblo objeto de este estudio varían de unas fuentes a otras; e incluso dentro de una misma tradición -en este caso la mexica-, unos nombres coinciden en varios documentos, pero en otros alguno de ellos es ignorado.

    Y así, dentro de la tradición mexica, unas cuantas fuentes fijan el origen de este pueblo en un enclave al norte de la Cuenca de México, Aztlan -de ahí el apelativo de azteca-. Sin embargo, otra, el llamado Códice Florentino,1 de Fray Bernardino de Sahagún, señala tal origen hacia el este, en la costa del Golfo y no usa nunca la denominación de azteca, sino la de mexica -en la versión nahuatl del Códice-.

    Casi todos los pueblos de habla nahuatl que habían invadido la Cuenca procedentes de las llanuras septentrionales y semiáridas, decían proceder de un enclave llamado Chicomoztoc -lugar de las Siete Cuevas-, sobre el que hoy en día existe consenso sobre que se trataba de un lugar mítico o legendario. Los pueblos sedentarios de los alrededores de la zona lacustre, más desarrollados culturalmente que los inmigrantes, designaban a éstos como chichimeca o teochichimeca.


Manuscrito Tovar. Las siete cuevas de los linajes que poblaron en México y sus alrededores.

    Fray Bernardino de Sahagún, considerado el primer etnólogo de América, refiriéndose a todos los recién llegados, expresa:

"Todas las dichas familias se llaman chichimecas, y aun de tal nombre se jactan y se glorian; y es porque todas anduvieron peregrinando como chichimecas por las tierras antes dichas, y de allí bolvieron para estas partes. Aunque la verdad no se llaman tierras de chichimecas, sino Teotlapan Tlacohcalco Mictampa, que quiere decir "campos llanos y espaciosos que están hacia el norte". Llamáronse tierras de chichimecas porque allí suelen ahora habitar los chichimecas, que son unas gentes bárbaras que se sustentan de la caça que toman, y no pueblan."2

    Eran éstos grupos de nómadas cazadores-recolectores y algunos de ellos practicaban la agricultura, tanto intensiva como de temporal, cuando las circunstancias se lo permitían; tenían una estructura social jerarquizada y eran conocedores de la escritura pictográfica y del calendario. Por consiguiente no se trataba siempre de pueblos bárbaros, como después se aplicó el término por los españoles a los pobladores del norte de Mesoamérica -la Gran Chichimeca- cuando procedieron a su conquista.

    Los mexica, en algunas fuentes, eran los únicos que se decían originarios de Aztlan que, como una manera sincopada de Aztatlan, 3se podría traducir como "lugar de garzas"; o también como "lugar de la blancura". Es de creer que la "blancura" hiciera o tuviera por referencia a las "garzas", aves de plumaje blanquecino. Fray Diego Durán dice a este respecto:

"[...], llegó a esta tierra la nación y congregación mexicana, la cual gente auia salido (como todas las demás naciones de que ya toda la tierra estaba poblada) de una cuevas, que en número era siete, y de una tierra donde auian habitado, que se llamaba Aztlan, que quiere decir, blancura ó lugar de Garças, y así les llamaban á estas naciones Azteca, que quiere decir: la gente de la blancura."4

    Aunque en algunas fuentes Aztlan y Chicomoztoc son dos emplazamientos diferenciados, sin embargo en otras -como en los escritos de Durán, Tezozómoc, el Códice Ramírez, Cristóbal del Castillo o algún texto de Chimalpahin-, ambos lugares son el mismo. Así, por ejemplo, Tezozómoc, en la "Crónica Mexicayotl", escribe:

"Aquí comienza, aquí está escrita la historia de los antiguos mexicas. Y puesto que su morada se hallaba en el mencionado Aztlan, ellos se llamaban aztecas; ese lugar tenía además el nombre de Chicomoztoc [...]"5

     Y en la "Crónica Mexicana" afirma:

"[…] La benida de estos mexicanos muy antiguos, <en> la parte que ellos vinieron, tierra y casa antigua llaman oy día Chicomoztoc, que dize Casa de siete cueuas cabernosas; segundo nombre llaman Aztlan, que es decir asiento de la garza."6 

       Según Cristóbal del Castillo:     

"[Cuando] de allá vinieron su nombre era, se nombraban, aztecas chicomoztocas, pues dicen que de donde salieron, cuando vinieron, [fue de] Chicomoztoc Aztlán [...]"7 

    En un momento de su peregrinación a la Cuenca de México, según algunas de sus crónicas, su dios les cambia el nombre, pasando a llamarse mexitin. He aquí dos transcripciones de  Chimalpahin:

"Y luego les cambió el nombre a los aztecas, diciendo: 'Desde ahora ya no os llamareis aztecas, yo os doy un nuevo nombre; en adelante mexitin'. También allá les embiznó las sienes, cuando les cambió su nombre por el de mexitin; y les dio asimismo la flecha, el arco, el escudo y la red, pues los mexitin flechaban a todo lo que vuela"8.

"2 Calli, 1325. Con este año comienza la relación acerca de cómo llegaron y entraron a Mexico Tenochtitlan los antiguos chichimecas mexitin, […]"9 

    En la misma Relación -la Tercera- en que figuran la dos anteriores transcripciones, la última vez que aparece el vocablo mexitin es en la siguiente:

"7 Calli, 1369. En este año los mexicas tenían 45 años de estar en Tenochtitlan, desde que llegaron los chichimecas mexitin colhuas."10 

    A partir de ahí sólo utiliza el vocablo mexicas para referirse a los habitantes de Mexico-Tenochtitlan, por lo que es de deducir que a raíz de la fundación de la localidad los habitantes de la agrupación urbana serían conocidos por aquel nombre. 

    Dos denominaciones más aparecen en algunas fuentes documentales, la de colhuas y la de tenochcas, unidas a veces con la de mexicas, para formar colhua-mexicas o mexicas-tenochcas. Bernal Díaz del Castillo escribe que cuando Cortés y sus hombres habían desembarcado  en los arenales de Veracruz se les acercaron unos indios totonacos que les manifestaron:

"[...] y dijeron luego en la lengua mexicana que somos bienvenidos, e que su señor les enviaba a saber quién éramos, y que se holgaba servir a hombres tan esforzados,  porque parece ser ya sabían lo de Tabasco y Potonchan; y más dijeron, que ya hubieran venido a vernos, si no fuera  por temor de los de Culúa, que debían estar allí con nosotros; y Culúa entiéndese por mexicanos, que es como si dijésemos cordobeses o sevillanos; […]"11

    Tenochtitlan, (palabra formada por la  agregación de tetl -piedra-, nochtli -tuna o higo chumbo- y titlan -lugar), etimológicamente significa "lugar de tuna de piedra".  Indicaba, según algunas crónicas, el lugar donde fundaron la ciudad por mandato de su dios Huitzilopochtli, en el que encontraron a un águila devorando a una serpiente; ave que estaba posada sobre una chumbera  que crecía sobre una piedra.

    Nos hemos encontrado, pues, con los siguientes nombres: Aztecas, Mexitin, Mexicas, Mexicas-Tenochcas y Colhua-Mexicas.

    La denominación de aztecas es muy utilizada por los tratadista anglosajones, sobre todo a partir de que la usara con profusión William H. Prescott en su famosa obra "Historia de la conquista de México" -incluso aplicándole la categoría de nación, que ya empleara en alguna ocasión Fray Diego Durán-. Tal es así que hoy en día se suele utilizar la expresión "pías azteca" para denominar al conjunto de la República Mexicana. Ahora bien, creo que no es adecuada la utilización de este gentilicio, por dos motivos:

    a) En ciertas crónicas, de Aztlan-Chicomoztoc partieron una serie de grupos o etnias, siete según algunos autores, ocho o más según otros. Así, por no citar más que a Fray Diego Durán:

 "Los que salieron de aquellas cuevas fueron los seis géneros de gentes; conviene a saber: los Xuchimilcas, los Chalcas, los Tepanecas, los Culhuas,  y los TlaluiccasTlaxcaltecas, aunque de saber que no todos juntos ni todos en un año, sino unos primero y otros después, y así sucesivamente [...]"12 

"Pasados trescientos y dos años que las seis compañías de gente auian salido de aquellas cuevas donde vivian, en la tierra de Aztlan y Teoculuacan, aportó á esta tierra la sétima compañía, ques la nación Mexicana, [...]"13 

Por lo tanto,  los mexica no eran sino uno más de los grupos de habla nahuatl que  se establecieron en la zona lacustre de la Cuenca de México; los últimos en llegar.

    b) Pero lo que resulta extraordinario es que para Cristóbal del Castillo la tribu de los mexicas, cuando estaban en Aztlan, era distinta de la de los aztecas y éstos tenían sojuzgados a aquellos. Lo expresa del siguiente modo: 

"Los que allá están haciendo su hogar, los que lo llaman su población, los que gobiernan en Aztlan Chicomoztoc son los aztecas chicomoztocas. Y sus macehuales eran los mecitin, los ribereños, los pescadores de los gobernantes aztecas: ciertamente ellos eran sus macehuales, sus pescadores. Y sus gobernantes los maltrataban mucho, mucho los hacían tributar [...] Porque entonces los pescadores, los de la gran ribera, estaban rodeando la gran laguna llamada la acequia de la Luna. Y [se sobreentiende los aztecas] los aborrecían, los hubieran querido arrasar, los hubieran querido conquistar."14

¿Por qué llamar a los mexicanos con el nombre de sus opresores? El filósofo e historiador Miguel León-Portilla, en un célebre artículo, lo expone con cierta mordacidad:

"A pesar de todo, el nombre de aztecas, que el dios protector quiso hacer a un lado porque era el de quienes habían tiranizado a su pueblo, hasta hoy se sigue empleando en muchos momentos y lugares [...]  Todo esto, que puede parecer una mera disquisición irrelevante es sin embargo muy significativo. No sólo contraría el designio del dios protector sino que es también un trastocamiento de la historia, una ironía que insiste en dar el nombre de los tiranos a quienes se separaron de ellos e hicieron suyo otro apelativo [...]"15

    Ya hemos visto que el nombre de mexitin les es aplicado en el transcurso de la migración, entre su lugar de partida y su asentamiento definitivo en el islote lacustre; posiblemente para diferenciarse de los otros grupos que partieron también de Aztlan-Chicomoztoc.

    Junto con este apelativo, que algunas fuentes documentales hacen derivar de un personaje guía llamado MexitlMezitli o Mexi, a la tribu le son entregados el arco, la flecha, el escudo y la red, lo que simbolizaría la capacidad guerrera que los acreditaría para su futura toma de posesión del lugar insular.

    Observando la semejanza fonética entre las palabra mexitin y mexica, no sería de extrañar que en su narración de la historia de la migración hubieran tomado la primera como un modo de refrendar el uso de la segunda, una vez establecidos en su enclave final, Mexico; enclave cuyo nombre,  como posteriormente veremos, ya existía antes de la llegada de los migrantes.

    El uso de tenochca es válido para designar a los habitantes de la primera localidad, Mexico-Tenochtitlan, que fundaron los recién llegados en el islote pantanoso. Pero es de advertir que, según algunas crónicas, trece años después de su creación un grupo de mexicanos descontentos se estableció en otro islote aledaño, Xaltelolco, al norte del anterior, dando nombre a otra población como Mexico-Tlatelolco. Por lo tanto tan mexicas eran unos como otros.

    Los descubrimientos arqueológicos modernos han puesto de manifiesto que tanto Tlatelolco como Tenochtitlan  ya estaban habitados con anterioridad a la llegada de los mexicas. ¿Cómo se denominaba al conjunto? Según Christian Duverger,16 antes de la llegada de los nahuas, y por tanto de los mexicas, el área de la Cuenca estaba bajo la influencia de los otomís, que denominaban en su lengua a los islotes como Amadetzânâ: en medio de la luna; como referencia a en medio del agua. Los mexicas adoptaron tal nombre, nahuatlizándolo como Mexico, derivado de la unión de Meztli -Luna-, xictli -ombligo- y el locativo co en-, para formar "en el ombligo de la Luna" o, por extensión, “en medio del lago de la Luna”.

    En los medios universitarios e intelectuales de la actual República Mexicana se observa un nuevo movimiento para utilizar el apelativo castellano de mexicas -mexica, en náhuatl-, como más correcto, en lugar del de aztecas - azteca. Aunque creo que llevará mucho tiempo la sustitución de  uno por el otro, debido a la extensión del uso de aztecas en la literatura extranjera, principalmente de habla inglesa, así como en los medios de difusión de masas.

    Finalmente, en cuanto al nombre de colhuas, o más bien colhua-mexicas, se trata de otra denominación que se dieron a sí  mismos, para justificar y legitimar su posesión sobre los terrenos conquistados, como herederos del imperio tolteca, cuyo último bastión después de la caída de Tollan era el enclave de Colhuacan, situado en la ribera sur del lago. Para ello emparentaron por vía de matrimonio con los dirigentes de esta última población.


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1. Así llamado por encontrarse el manuscrito en la Biblioteca Medicea Laurenciana de Florencia. Códice Florentino. Ed Facsimilar. Club Internacional del Libro. Madrid. 1994. Tomo III. Libro décimo. Folios 140-149.

2. Fray Bernardino de Sahagún: "Historia general de las cosas de la Nueva España". Ed. Dastin, S.L. Madrid 2001. Tomo II. p. 873. Tomo III. Libro décimo. Folios 140-149.

3. Aztatlan: De Aztatl "garza" y tlan "entre, lugar". Lugar entre garzas, o lugar de garzas.

4. Fray Diego Durán: "Historia de las Indias de Nueva España e islas de Tierra Firme". CONACULTA. Colecc. Cien de México. México. 1995. Vol. I. pp. 70-71.

5. Hernando Alvarado Tezozómoc: "Crónica Mexicayotl". En "Tres crónica mexicanas", de Rafael Tena. Ed. CONACULTA. Colecc. Cien de México. México 2012. p. 35.

6. Hernando Alvarado Tezozómoc: "Crónica Mexicana". Ed. Dastin, S.L. Madrid 2001. 2ª ed. p. 53.

7. Cristóbal del Castillo: "Historia de la venida de los mexicanos y de otros pueblos e Historia de la conquista". Ed. CONACULTA. Colecc. Cien de México. México 2001 p. 87.

8. Domingo Francisco de San Antón Muñón Chimalpahin Cuauhtlehuanitzin: "Las Ocho Relaciones y el Memorial de Colhuacan". Ed. CONACULTA. México 2003. Vol. I. Tercera Relación p. 187.

9. Ibíd. p. 207.

10. Ibíd. p. 223.

11. Bernal Díaz del Castillo: "Historia verdadera de la conquista de la Nueva España". Historia 16. Crónicas de América. Madrid 1984. Tomo A. pp. 171-172.

12. Fray Diego Durán: "Historia de las Indias de Nueva España e islas de Tierra Firme". CONACULTA. Colecc. Cien de México. México. 1995. Vol. I. p. 61.

13. Ibíd. Vol. I. p. 67.

14. Cristóbal del Castillo: Op. cit. pp. 91 y 93.

15. Miguel León-Portilla: "Los aztecas. Disquisiciones sobre un gentilicio". Rev. Estudios de Cultura Nahuatl. Vol. 31. pp. 275-281.

16. Christian Duverger: L´origine des Aztèques. Editions du Seuil. Points Histoire. 2003. pp. 139-142.


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