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LUGAR DE LA EDIFICACIÓN DE MÉXICO-TENOCHTITLAN. CÓDICE DURÁN

miércoles, 17 de febrero de 2021

Los plebeyos y los nobles

 

    Como ya es sabido, los mexicas estaban organizados alrededor de una unidad social corporativa básica, el calpolli,  cuyos  miembros pertenecían a conjuntos de familias extensas, formadas por las de padres, hijos emancipados y parientes, quizás ascendiendo todas, al menos en un principio, de un antepasado común. El conjunto de estas unidades formaba la tribu, que en sus primeros tiempos tenía una estructura social no muy diferenciada. Ahora bien, desde su establecimiento en Tenochtitlan, y para el período objeto de análisis en este estudio, dicha estructura se había diversificado y existía una clara estratificación social.

    Los dos grandes estratos en que se dividía la sociedad eran el de los macehualtin -plebeyos- y el de los pipiltin -nobles-. Y dentro de cada uno de ellos se podían observar distintas categorías que hacían un retrato complejo de la situación.

    Los macehualtin eran los agricultores, los pequeños comerciantes, los constructores, los artesanos y los sirvientes domésticos. En los calpoltin agrícolas las tierras eran de posesión comunal y eran distribuídas entre las familias que los conformaban. Los macehualtin sólo disfrutaban de su uso, no pudiéndola vender ni transmitir por herencia, aunque era frecuente la atribución de la tierra a los herederos del fallecido.

Códice Florentino. Libro Diez. Representación de macehualtin agricultores, a la izquierda. A la derecha, dos pipiltin.
    Conforme iba extendiéndose el poder mexica más allá del complejo lacustre se fue acrecentando, dentro de este estrato, la importancia económica e influencia social de un poderoso grupo de comerciantes a larga distancia, los pochteca, que si bien no lograron en conjunto acceder al grupo nobiliario, disfrutaron de ciertos privilegios de los que no gozaban el resto de macehualtin.

    El último escalón social estaba formado por los tlatlahcotin -esclavos-, aunque su situación personal distaba bastante de la concepción que se tenía de tal institución en su coetáneo occidente europeo: así, la esclavitud era personal, no hereditaria, pues el hijo de un esclavo nacía libre; si una persona accedía a tal condición por deudas podía liberarse si pagaba las mismas; el esclavo podía adquirir su propio patrimonio y poseer esclavos a su vez; no podía ser vendido por su dueño sin su consentimiento, salvo circunstancias extremas y excepcionales; el dueño de un esclavo si lo mataba sufría pena de muerte.

    Macehualli era aquél que hacía merecimientos o penitencia, es decir, el que adoptaba una actitud de adoración, de sumisión  hacia los dioses; en este sentido  todo  hombre  era un macehualli. Los mexicas, antes del inicio de su migración desde Aztlan, se consideraban a sí mismos como macehualtin. En “La historia de los mexicanos por sus pinturas”, cuando los dioses crearon al primer hombre y a la primera mujer, se dice:

“Luego hicieron a un hombre y una mujer:   al  hombre le dijeron Uxumuco y a ella, Cipactonal. Y mandáronles que labrasen la tierra, y a ella, que hilase y tejiese. Y que de ellos nacerían los macehuales, y que no holgasen, sino que siempre trabajasen.”1

    Ahora bien,  aquella estructura más o menos igualitaria, existente en tiempos lejanos, se fue diversificando durante la migración. Una primera aristocracia tribal estaría constituída por los calpolleque -los jefes de los calpoltin -; también gozarían de una posición distinguida los guías religiosos -teomamaque-, así como los caudillos o jefes militares -yaotequiua-.

    Después del asentamiento definitivo en Tenochtitlan y de la ascensión al poder de Acamapichtli, se afianzó el estrato social de los nobles -pipiltin-, que quedó definitivamente reafirmado después de la guerra contra Atzcapotzalco, durante el señorío de Itzcoatl.

    En la cúspide estaba la figura del tlahtoani, al cual estaban subordinados todos los demás gobernantes, acompañado, a un segundo nivel, del cihuacoatl -mujer  serpiente-, alto dignatario que suplía  a aquél en caso de ausencia o fallecimiento y que también desarrollaba funciones administrativas, judiciales, militares y religiosas.

    Ya he comentado anteriormente que el primer tlahtoani mexicatl siguió una inteligente política de matrimonios con las hijas de los principales dirigentes tenochcas, tanto caudillos militares como jefes de calpolli. Los vástagos de estas uniones constituirían el inicio del más elevado escalafón de la nobleza, que llegaría a acaparar los grados superiores en la organización administrativa, en la milicia y en el sacerdocio. Solamente de entre ellos se podrían elegirlos futuros tlahtoque. Eran los tlazopipiltin -preciosos nobles-. El vocablo nahuatl pilli, aparte de noble, también significa hijo2y en este sentido se puede entender que los hijos de Acamapichtli constituyesen el más alto nivel del estrato social de los pipiltin.

    En una segunda posición estaban los pipiltin, en general. Familiares de la nobleza, en uno u otro grado, que también pertenecían al estrato dominante.

    Una tercera categoría de la nobleza la constituían los cuauhpipiltin -hijos águila o nobles águila-, que habían alcanzado tal grado por sus merecimientos, fundamentalmente en el campo de batalla.

    Todos estos nobles no estaban compelidos al trabajo agrícola, estaban exentos del pago de tributos y constituían la mayoría de la clase gobernante, dominando el ejercicio de las funciones administrativas, judiciales, militares y religiosas.

    Tanto los pipiltin como los cuauhpipiltin podían ser encargados del gobierno de algunas ciudades conquistadas o representantes  del poder estatal en los calpoltin, recaudadores de tributos -caxpilque- etc.

    El estrato constituído por los descendientes del tlahtoani y el de los pipiltin, nobles por su nacimiento, podían o no disfrutar de tierras, según la voluntad de aquél. Se les tenía en cuenta para el ejercicio de cargos administrativos, jueces, embajadores y otros destinos palaciegos. Este grupo fue aumentando contínuamente con el tiempo y, en años cercanos  a la conquista española, trataron de impedir la entrada de nuevos miembros, a fin de conservar para sí y para sus descendientes los privilegios que habían conseguido.

    La educación de los hijos de los plebeyos, salvo casos distinguidos, se llevaba a cabo en el telpochcalli -casa de los jóvenes- donde se les enseñaban cantos y danzas, se les inculcaba disciplina y sobre todo se les preparaba para la guerra. Sin embargo, los hijos de la nobleza acudían principalmente al calmecac, escuela superior donde se les educaba para ser gobernantes, guerreros de élite o sacerdotes, instruyéndoles en la interpretación de los libros pintados, memorización de la tradición oral, religión, matemáticas, astronomía, música, y se les aleccionaba en valores morales, austeridad  y disciplina. 


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1. Angel Mª Garibay: Teogonía e historia de los mexicanos. Tres opúsculos del siglo XVI. Editorial Porrúa, 2005. México. p. 25.

2. Fray Bernardino de Sahagún: Historia General de las cosas de la Nueva España. Códice Florentino. Versión nahuatl. Libro X, capítulo I, folio 2. Accesible en internet: http://www.wdl.org/en/item/10096/view/1/1/

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