Como
ya es sabido, los mexicas estaban organizados alrededor de una unidad
social corporativa básica, el calpolli, cuyos miembros
pertenecían a conjuntos de familias extensas, formadas por las de padres, hijos
emancipados y parientes, quizás ascendiendo todas, al menos en un principio, de
un antepasado común. El conjunto de estas unidades formaba la tribu, que en sus
primeros tiempos tenía una estructura social no muy diferenciada. Ahora bien,
desde su establecimiento en Tenochtitlan, y para el período objeto
de análisis en este estudio, dicha estructura se había diversificado y existía
una clara estratificación social.
Los
dos grandes estratos en que se dividía la sociedad eran el de los macehualtin -plebeyos-
y el de los pipiltin -nobles-. Y dentro de cada uno de ellos
se podían observar distintas categorías que hacían un retrato complejo de la
situación.
Los macehualtin eran los agricultores, los pequeños comerciantes, los constructores, los artesanos y los sirvientes domésticos. En los calpoltin agrícolas las tierras eran de posesión comunal y eran distribuídas entre las familias que los conformaban. Los macehualtin sólo disfrutaban de su uso, no pudiéndola vender ni transmitir por herencia, aunque era frecuente la atribución de la tierra a los herederos del fallecido.
El
último escalón social estaba formado por los tlatlahcotin -esclavos-,
aunque su situación personal distaba bastante de la concepción que se tenía de
tal institución en su coetáneo occidente europeo: así, la esclavitud era
personal, no hereditaria, pues el hijo de un esclavo nacía libre; si una
persona accedía a tal condición por deudas podía liberarse si pagaba las
mismas; el esclavo podía adquirir su propio patrimonio y poseer esclavos a su
vez; no podía ser vendido por su dueño sin su consentimiento, salvo
circunstancias extremas y excepcionales; el dueño de un esclavo si lo mataba
sufría pena de muerte.
Macehualli era
aquél que hacía merecimientos o penitencia, es decir, el que adoptaba una
actitud de adoración, de sumisión hacia los dioses; en este sentido todo hombre era
un macehualli. Los mexicas, antes del inicio de su migración
desde Aztlan, se consideraban a sí mismos como macehualtin.
En “La historia de los mexicanos por sus pinturas”, cuando los dioses crearon
al primer hombre y a la primera mujer, se dice:
“Luego hicieron a un hombre y una mujer: al hombre le dijeron Uxumuco y a ella, Cipactonal. Y mandáronles que labrasen la tierra, y a ella, que hilase y tejiese. Y que de ellos nacerían los macehuales, y que no holgasen, sino que siempre trabajasen.”1
Ahora bien, aquella estructura más o menos igualitaria, existente en tiempos lejanos, se fue diversificando durante la migración. Una primera aristocracia tribal estaría constituída por los calpolleque -los jefes de los calpoltin -; también gozarían de una posición distinguida los guías religiosos -teomamaque-, así como los caudillos o jefes militares -yaotequiua-.
Después
del asentamiento definitivo en Tenochtitlan y de
la ascensión al poder de Acamapichtli, se afianzó el estrato
social de los nobles -pipiltin-, que quedó definitivamente
reafirmado después de la guerra contra Atzcapotzalco, durante
el señorío de Itzcoatl.
En
la cúspide estaba la figura del tlahtoani, al cual estaban
subordinados todos los demás gobernantes, acompañado, a un segundo nivel,
del cihuacoatl -mujer serpiente-, alto dignatario
que suplía a aquél en caso de ausencia o fallecimiento y que también
desarrollaba funciones administrativas, judiciales, militares y religiosas.
Ya he comentado anteriormente que el primer tlahtoani mexicatl siguió una inteligente política de matrimonios con las hijas de los principales dirigentes tenochcas, tanto caudillos militares como jefes de calpolli. Los vástagos de estas uniones constituirían el inicio del más elevado escalafón de la nobleza, que llegaría a acaparar los grados superiores en la organización administrativa, en la milicia y en el sacerdocio. Solamente de entre ellos se podrían elegirlos futuros tlahtoque. Eran los tlazopipiltin -preciosos nobles-. El vocablo nahuatl pilli, aparte de noble, también significa hijo2, y en este sentido se puede entender que los hijos de Acamapichtli constituyesen el más alto nivel del estrato social de los pipiltin.
Una
tercera categoría de la nobleza la constituían los cuauhpipiltin -hijos
águila o nobles águila-, que habían alcanzado tal grado por sus merecimientos,
fundamentalmente en el campo de batalla.
Todos
estos nobles no estaban compelidos al trabajo agrícola, estaban
exentos del pago de tributos y constituían la mayoría de la clase gobernante,
dominando el ejercicio de las funciones administrativas, judiciales, militares
y religiosas.
Tanto
los pipiltin como los cuauhpipiltin podían
ser encargados del gobierno de algunas ciudades conquistadas o
representantes del poder estatal en los calpoltin,
recaudadores de tributos -caxpilque- etc.
El
estrato constituído por los descendientes del tlahtoani y el de
los pipiltin, nobles por su
nacimiento, podían o no disfrutar de tierras, según la voluntad de aquél. Se
les tenía en cuenta para el ejercicio de cargos administrativos, jueces,
embajadores y otros destinos palaciegos. Este grupo fue aumentando
contínuamente con el tiempo y, en años cercanos a la conquista española,
trataron de impedir la entrada de nuevos miembros, a fin de conservar para sí y
para sus descendientes los privilegios que habían conseguido.
1. Angel Mª Garibay: Teogonía e historia de los mexicanos. Tres opúsculos del siglo XVI. Editorial Porrúa, 2005. México. p. 25. ↩
2. Fray Bernardino de Sahagún: Historia General de las cosas de la Nueva España. Códice Florentino. Versión nahuatl. Libro X, capítulo I, folio 2. Accesible en internet: http://www.wdl.org/en/item/10096/view/1/1/ ↩
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