A la muerte de Tizoc fue elegido sucesor su hermano menor Ahuitzotl.
Su nombre podría traducirse como el Espinoso del agua, en
referencia a un animal mítico que habitaba en los manantiales y cuya descripción
se puede leer en la “Historia General de las cosas de la Nueva España”:
Es tamaño como un perrillo. Tiene el pelo muy lezne y pequeño; tiene las oregitas pequeñas y puntiagudas; tiene el cuerpo negro y muy liso; tiene la cola larga, y en el cabo de la cola una como mano de persona; tiene pies y manos, y las manos y pies como de mona. Habita este animal en los profundos manantiales de las aguas, y si alguna persona llega a la orilla del agua donde él habita, luego le arrebata con la mano de la cola y le mete debaxo del agua y le lleva al profundo.1
Al acaecer su nombramiento era Ahuitzotl capitán general del
ejército -tlacatecatl-, cargo al que había accedido al ascender Tizoc a tlahtoani. Joven e impetuoso, suscitó entre algunos electores la
cuestión de si su edad no sería un impedimento para su designación y debiera
ser escogido un hombre maduro, capaz de hacer frente a los retos tan difíciles
a los que se enfrentaba el estado mexica.
Los principales y el demas pueblo decía que no, que aquel era muy niño y que no tenia aun edad para reynar; que no querian, porque la grandeça de México y su grauedad y autoridad requería una persona vieja y venerable á quien las naciones tuviesen temor y reuerencia y á quien ellos pudiesen respetar y quien tuviese juicio para honrar […]2
En efecto, con motivo de la percepción de la debilidad del
poder mexica en tiempos de su
antecesor, se estaban produciendo rebeliones de ciudades sojuzgadas, que tenían
que ser rápidamente reprimidas para mantener el prestigio de Tenochtitlan, a la par que había que avenirse a las presiones de la
nobleza y del alto sacerdocio para ampliar la expansión territorial del señorío.
Se optó, como venía siendo tradicional, por
elegir a un hermano legítimo del fallecido tlahtoani, y la selección, como se demostró posteriormente, no pudo
ser más acertada; el nuevo señor fue un audaz guerrero, siempre al frente de su
ejército, y un hábil administrador y diplomático, que, además de sofocar las
insurrecciones de ciudades rebeldes, extendió el área de influencia mexica más allá que lo
hicieron sus predecesores llevando sus conquistas incluso hasta los límites de
la actual República de Guatemala.
Siguiendo a Chimalpahin,3 el año de su elección fue el 7 Tochtli -7 Conejo, 1.486-, el mismo de la muerte de su antecesor y ejerció la dignidad hasta su fallecimiento en el año de 10 Tochtli -10 Conejo, 1.502-. Gobernó, pues, 17 años, dejando a su sucesor un estado más rico y poderoso que el que él había heredado.
Manuscrito Tovar. Imagen de Ahuitzotl. A su derecha el glifo representando su nombre -Espinoso del agua-. Fue el octavo de los tlahtoque de Tenochtitlan, no el quinto como figura en la lámina.
Campañas militares
Inmediatamente después de su elección Ahuitzotl decidió emprender su
primera campaña contra el noroeste de la Cuenca, ya que algunas ciudades
conquistadas con anterioridad se habían rebelado y era necesario, además,
siguiendo la costumbre establecida, conseguir cautivos para sacrificar en la
ceremonia de su nombramiento. Se solicitó la colaboración de las otras dos
capitales de la Triple Alianza y la ayuda de algunas
localidades circundantes de la zona lacustre y del sur del valle
de Toluca.
El ejército tomó Chillocan,
así como Xiquipilco, Cillan, Xocotitlan y Cuahuacan.
Una vez tomadas y saqueadas las poblaciones se debieron producir deserciones de
guerreros en el bando aliado, por lo que Ahuitzotl
decretó que ningún soldado abandonase
la tropa bajo pena de muerte. Sin solución de continuidad, y sin tiempo para
descansar, ordenó al ejército que
marchase contra las dos principales ciudades que quedaban por conquistar: Chiapan y Xilotepec. La primera, atacada de frente como distracción por tropas
de ciudades sojuzgadas, fue ocupada por los mexicas con la ayuda de traidores a
la ciudad que mostraron a éstos un camino escondido por el que entraron en la
población, quemando el templo principal y tomando prisioneros a los sacerdotes
y a sus acólitos. Más hacia el sur también fue tomada Cozcacuauhtenanco -Cuautenango-. (Mapa
siguiente).
A la ceremonia de nombramiento fueron invitados los señores
aliados y los de las localidades sojuzgadas, así como los de las ciudades
todavía independientes. Sin embargo, de éstas últimas rechazaron la invitación
los dirigentes de Michhuacan, Tlaxcallan, Huexotzinco, Cholollan, Tliliuhquitepec, Metztitlan y Yopitzinco, prueba de la pérdida de reputación del poderío mexica en tiempos de Tizoc. Solamente los señores de Cholollan y Yopitzinco se dignaron a enviar
representantes en su lugar.
Los
fastos ceremoniales duraron cuatro días, y se entregaron abundantes presentes y
regalos a los invitados, a los nobles mexicanos, a los
sacerdotes, a los soldados destacados y a los jefes de calpolli, siendo sacrificados casi mil cautivos.
Poco
después, en 1.487, emprendió una segunda campaña, esta vez hacia la Huaxteca (Mapa siguiente), donde
varias ciudades también se habían rebelado. En Cuauhchinanco el
ejército recibió apoyo y continuó hacia la región costera. Fueron sometidas,
entre otras, Tochpan, Xiuhcoac, Nautlan, Tzapotitlan, Micquetlan, Tlatlauhqui-Icxic, Huexotlan, Mollanco, Atocpan,
Tecpantepec y Zacatlan. Algunas de estas ciudades probablemente se sometieron sin
la presencia activa del ejército en ellas, ya que es de suponer que se
prestarían ayuda militar siendo derrotadas conjuntamente en una misma batalla.
Se hicieron numerosos prisioneros y la tropa victoriosa fue recibida con
honores en Tenochtitlan.
Con motivo de la inauguración de la nueva construcción del
Templo Mayor, cuyas obras no pudo ver terminadas Tizoc, se ofreció una magnífica celebración a la cual sí
acudieron, esta vez, los dignatarios de señoríos no sometidos -Tlaxcallan,
Huexotzinco,
Cholollan,
Michhuacan,
Metztitlan y Yopitzinco-. Era obvio que el éxito de las dos campañas emprendidas
por Ahuitzotl había producido en la
mente de esos gobernantes un aumento del respeto y del temor hacia el nuevo
poderío de Tenochtitlan. Para acentuar ambos se sacrificaron numerosos cautivos,
entre los prisioneros hechos en guerra por los mexicas y los proporcionados
por parte de las ciudades tributarias.
Según Durán, se inmolaron 80.400 desdichados, cuyas cabezas
fueron espetadas por las sienes en los tzompantli4. Torquemada5 y el autor del Códice Telleriano-Remensis6 rebajan las cifras, respectivamente, a 72.344 y a 20.000 personas. Sobre estas
cifras se hará algún comentario más adelante, al tratar de las realizaciones de
Ahuitzotl en Tenochtitlan.
Habiendo recuperado el prestigio del tlahtohcayotl, Ahuitzotl permitió en 1.488,
dos años después de que lo hiciera Tizoc con algunas
localidades, un mayor grado de autonomía de las ciudades de los chalca con la reinstauración
de nuevos tlahtoque de las mismas, cuyo
nombramiento debía de ser autorizado por aquél, y suprimiendo los gobiernos
militares anteriores. Ello le permitió, manteniendo el control indirecto,
economizar medios con que continuar sus sucesivas campañas.
El
mismo año de 1.488 emprendió una tercera campaña de conquista dirigida hacia
ciudades del norte del actual Estado de Guerrero (Mapa a continuación). Los dirigentes de la ciudad tributaria de Teloloapan no habían acudido a
la inauguración del Huei Teocalli, por lo que se enviaron mensajeros para saber la causa.
Llegados los emisarios a Teticpac fueron
informados de que la ciudad se había rebelado y los caminos habían sido
cerrados con grandes piedras, magueyes, tunales y troncos, por lo que
regresaron a dar noticia de ello a Ahuitzotl. Inmediatamente se reunió un ejército aliado que se concentró
en Teticpac y marchó sobre Teloloapan, conquistándola e imponiéndole gravámenes más onerosos. Sus
dirigentes dijeron que habían sido mal aconsejados por sus vecinos de Alahuiztlan y Oztoman, que también estaban alzados.
Ambas ciudades se negaron a los requerimientos tributarios de los aliados, por lo que fueron destruídas, primero Oztoman y luego Alahuiztlan, sus habitantes adultos pasados a cuchillo y los niños -40.200, según Durán7- llevados como esclavos y repartidos entre Tenochtitlan y las ciudades vecinas. Las tres localidades fueron repobladas con colonos de las tres capitales de la Triple Alianza y otras ciudades dominadas, en número de nueve mil familias, tres mil por cada una de las tres poblaciones tomadas.8
Principales conquistas realizadas por Ahuitzotl. Los números no significan orden de conquista, sino
referencia toponímica. Nombres actuales entre paréntesis.
1-Chillocan (Chiluca); 2-Xiquipilco (Jiquipilco); 3- Cuahua- can (Sta. María Magdalena-Cahuacán); 4-Xocotitlan (Jocoti- tlán); 5-Chiapan (Chapa
de Mota); 6-Xilotepec (Jilotépec
de Molina
Enríquez);
7-Cozcacuauhtenanco (Cuautenango).
8-Tochpan (Tuxpan); 9-Tzapotitlan (Temapache); 10- Xiuh- coac (Chicontépec); 11-Micquetlan (Mequetla); 12-Nauhtlan (Nautla); 13-Huexotlan (Huejutla); 14-Mollanco (Molango); 15-Atocpan (Actopan); 16-Tecpantepec (Tepatepec); 17-Za- catlan (Zacatlán); 18-Tlatlauhqui-Icxic (Tlatlazoquico de Ilamatlán).
19-Teticpac (Tetipac); 20-Teloloapan (Teloloapán); 21-Ozto- man (Cerca de
Acapetlahuya); 22-Alahuiztlan (Alahuixtlán).
23-Chinantlan (Chinantla); 24-Totomihuacan (cerca de Aca- tlán de Osorio,
Puebla); 25-Coyolapan (Coyolapa); 26-Tlallo- catepec (Tlacotepec de Benito Juárez); 27-Quimichtlan (Qui- mixtlán); 28-Xicochimalco (Xico);
29-Acatlan (Acatlán).
30-Chillan (Chila); 31-Mizquitlan (S. Francisco, antes Mezqui- titán); 32-Tlacotepec (Tlacotepec Plumas);
33- Xaltepec
(Jal- tepec); 34-Ayotochcuitlatlan (San Juan Bautista Cuicatlán); 35- Huaxyacac (Oaxaca); 36-Teozapotlan (Villa de Zaachi- la); 37-Tlacuilollan (Tlacolula de Matamoros); 38- Mictlan (Mitla); 39-Tecuantepec (Tehuantepec); 40-Cuauhpiloallan (Coapiloloya).
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A continuación, hacia 1.490 centró sus objetivos en la conquista de diversas ciudades del sur de Guerrero (Mapa a continuación). Al suroeste del mismo fueron tomadas Apancallecan, Coyocac, Xolochiuhcan, Xiuhtlan y Tzohuilpillan. Se conseguía así reforzar la defensa de la línea fronteriza con el estado tarasco; línea que se extendía desde estas ciudades, continuando al norte por las de Teloloapan, Oztoman y Alahuiztlan, hasta las poblaciones sometidas al oeste del Valle de Tolocan.
Hacia
el centro-este fueron sojuzgadas entre otras Tetellan, Tlalcozauhtitlan, Tlappan, Iztactlalocan, Tlappantzinco, Pochtlan, Tototepec -estas tres últimas
en el actual Estado de Oaxaca-, Acatlyyacac,
Nexpan,
Cuauhtepec, Nantzintlan
y Acapolco.
La
siguiente campaña, emprendida en 1.491, llevó a los ejércitos aliados hacia las
costas del Golfo (Mapa anterior), en el actual Estado de Veracruz, donde se habían
rebelado algunas ciudades. Pasando por el sur del Estado de Puebla, fueron
sometidas Chinantlan, Totomihuacan, Coyolapan,
Tlallocatepec, Cualtepec, Quimichtlan,
Xicochimalco y Acatlan.
Después
del sojuzgamiento de las ciudades de la costa del Golfo, hacia 1.494 Ahuitzotl dirigió sus esfuerzos
en dirección a Huaxyacac, con motivo de la rebelión de Xaltepec, que fue sofocada. Entre otras poblaciones, de norte a sur del
actual Estado de Oaxaca, fueron tomadas Chillan, Mizquitlan, Tlacotepec, Ayotochcuitlatlan, Huaxyacac, Teozapotlan y Mictlan (Mapa anterior).
Nuevamente,
alrededor de 1.497, se formó un ejército que se dirigió hacia la región costera
del Estado de Oaxaca, con motivo del asesinato de mercaderes procedentes de
ciudades de la cuenca de México y, en general, del Altiplano Central. Tezozómoc, más explícito que Durán, pone en boca de Ahuitzotl, dirigiéndose al único pochtecatl
que sobrevivió y trajo las noticias del infausto suceso, las siguientes
palabras:
Dexaldos agora con este contento por agora, que contra ellos se a de hazer muy cruel vengança y por cada un mexicano an de morir dos mil traidores. Descansad amigo.9
Fueron
conquistadas Miahuatlan e Izhuatlan, dirigiéndose la tropa seguidamente a Amaxtlan, y después a Xochitlan y Tecuantepec, que se tomaron también (Mapa anterior). Aunque se había dado la
orden de no hacer prisioneros, sino matar a todos aquellos que no pereciesen en
la batalla, consideraciones prácticas -la obtención de tributo-, hicieron que Ahuitzotl retirase la misma.
Otras
poblaciones aledañas se sometieron sin necesidad de batallar, a la vista del
poderío y superioridad demostrada por el ejército atacante.
La
última campaña emprendida en este período, probablemente hacia 1.999-1.500, fue
contra varias ciudades al sureste de Tecuantepec, en dirección a Cuahtemallan -la actual Guatemala-
(Mapa siguiente.).
Mazatlan, Xolotlan y Xoconochco habían tomado
represalias contra Tecuantepec por haberse sometido
anteriormente a los ejércitos de la Triple Alianza, y además los pochteca del
altiplano eran frecuentemente robados y asesinados entre Mapachtepec y Ayotlan -hoy Ayutla, en la
actual República de Guatemala-. Fue de nuevo enviado un ejército numeroso que,
junto con los auxiliares proporcionados por Tecuantepec, cifra Durán en unos trescientos mil efectivos.10
Quedó pacificada la zona después de arrasar Mazatlan y ser tomadas entre otras las
ciudades cercanas de Mapachtepec, Xolotlan, Xoconochco, Huitztlan, Huehuetlan y Ayotlan y Comitlan.
Pero no fueron éstos los únicos enfrentamientos en los que
tomaron parte los mexicas bajo Ahuitzotl.
Entre campañas hubo conquistas menores, como las de Apan, al noreste de Tenochtitlan
en el actual Estado de Hidalgo, o la de Atizapan
al norte de la capital, además de participar, antes de la campaña de Xoconochco, en una batalla ritual contra
Huexotzinco.
La
inauguración del Templo Mayor
Como se ha dicho anteriormente, uno de los acontecimientos más destacados bajo el señorío de Ahuitzotl fue la inauguración en 1.487 del Huei Teocalli, cuya remodelación se emprendió en tiempos de su antecesor, pero que Tizoc no pudo ver terminado.
La construcción consistió en un agrandamiento del edificio que cubrió los cuatro lados del templo. Los actuales restos arquitectónicos de esta fábrica corresponden a la que los arqueólogos han denominado Etapa constructiva VI, de la que destacan las siguientes obras del recinto: la base sobre que se levantaba el templo, mezcla de tezontli y estuco ; más al norte, la plataforma sobre la que se asienta la casa de las águilas, con escaleras adornadas con cabezas de águilas esculpidas y pintadas; tres edificios entre la plataforma de las águilas y el templo de Tlaloc, de los cuales el del centro, probablemente la base de un tzompantli, es una estructura rectangular con una escalera en su lado oeste y los otros tres lados recubiertos de estuco y decora-
1-Tetellan (Tetela del
Río); 2-Tlalcozauhtitlan (Tlalcozoti- tlán); 3-Tlappan (Tlapa de
Comonfort); 4-Tlappantzinco (San Francisco
Tlapacingo); 5-Iztactlalocan (Jicayán de To- var); 6-Pochtlan (Putla Villa de Guerrero); 7-Tototepec (Toto- tepec);8-Acatlyyacac (Acatepec); 9- Nexpan (Nexpa);10- Cuauhtepec (Cuautepec); 11-Acapolco (Acapulco); 12-Coyo- cac (Coyuquilla); 13-Xolochiuhcan (Juluchuca); 14-Xiuh- tlan (Chutla); 15-Tzohuilpillan (La Huipilla); 16-Apanca- llecan (antigua Atechancaleca, cerca de la desembocadura del Balsas); 17-Nantzintlan (Nanzintla). 18-Miahuatlan (Miahuatlán de Porfirio
Díaz); 19-Tecuante- pec (Tehuantepec); 20-Xochitlan (Jutitán de Zaragoza);
21- Izhuatlan (San Francisco Ixhuatán). 22-Mapachtepec (Mapastepec); 23-Xoconochco (Soconus- co); 24-Huitztlan (Huixtla); 25-Huehuetlan (Huehuetán); 26-Mazatlan (Mazatán); 27-Ayotlan (Ayutla, Guatemala);28- Comitlan (Comitán de Domínguez). |
dos con más de 240
Escaleras de acceso a la plataforma de la Casa de las Águilas.
En el Museo Nacional de Antropología está expuesta una lápida en cuya parte superior aparecen representados Ahuitzotl y Tizoc sacrificándose con punzones, y en la parte inferior aparece tallado el año ocho acatl -ocho caña, correspondiente a nuestro 1.487-, fecha de la terminación del Templo-.
A la izquierda Lápida conmemorativa de la inauguración del Templo Mayor, en el Museo Nacional de Antropología, México DF. A la derecha dibujo de la talla.
La inauguración de esta magna obra consistió en una serie de
ceremonias que duraron cuatro días y a las que fueron invitados los dirigentes
de las ciudades sojuzgadas y de las que aún eran independientes. Se les
entregaron en gran número costosos regalos, como muestra de la munificencia del
tlahtoani y de la gloria y riqueza de Tenochtitlan. Pero, según los cronistas, lo que más destacó fue el
sacrificio de gran cantidad de
prisioneros de guerra, cuyas cifras hemos visto que oscilan entre los 80.400 de
que informa Durán y los 20.000 que ofrece el Códice Telleriano-Remensis. He
aquí como describe Durán este último acontecimiento:
[...], que luego para el día siguiente de la fiesta mandase venir toda la gente de las ciudades, de chicos y grandes, mugeres y hombres, viejos y moços, para que de aquella solenidad quedase perpetua memoria […] Venida la gente y el dia de la fiesta, antes que fuese de dia, sacaron los presos que auian de ser sacrificados y hicieron dellos quatro rengleras, la una renglera estaua desde el pié de las gradas del templo y seguíase hácia la calçada que va a Cuyuacan y Xuchimilco, y era tan larga que casi tomaba una legua de renglera: otra iba ácia la calçada de nuestra Señora de Guadalupe, no menos larga que esotra: la otra iba derecha por la calle de Tacuba, á la mesma manera: otra iba ácia oriente asta que la laguna los impidia. Estas quatro rengleras y cada una dellas venian fronteros de quatro sacrificaderos que para quatro señores había adereçados: el primero y principal quera delante de la estatua del ydolo Vitzilopochttli, cuya dedicación de templo y renovación se celebraua, era donde el rey de México Auitzotl auia de sacrificar; el segundo era donde el rey de Tezcuco Neçaualpiltzintli auia de sacrificar: el tercero era donde el rey de Tacuba auia de sacrificar; y el cuarto era la piedra del sol donde tenían adereçado que sacrificase el viejo Tlacaelel.
[...] Con estos señores se vistieron muchos sacerdotes con las semejanças de todos los dioses y diosas que auia, los quales, aunque la historia los nombra, va poco á decir. Todos juntos salieron á la cumbre del templo, y cada cual de los señores, acompañados de aquellos que representauan á los dioses, se fueron á su lugar donde auian de matar todos, con sus cuchillos en las manos. Estando los señores de todas las provincias y los enemigos mirando desde grandes miradores y ramadas, que para este efeto auia hechas, y empeçando á traer presos de aquellas hileras, los señores, ayudados por los ministros que allí auia, que tenían á los desventurados que morían de piés y manos, empeçaron á matar abriéndolos por los pechos y sacándoles el coraçon y ofreciéndolo á los ydolos y al sol, donde después de cansados los reyes, mudáuanse tomando el oficio satánico un sacerdote de aquellos que representauan los dioses. Dice la historia que turró este sacrificio quatro días arreo, desde la mañana a la puesta del sol, y que murieron en él, como dexo dicho, ochenta mil y quatrocientos hombres de diversas provincias y ciudades, lo cual se me hiço tan increíble, que si la historia no me forçara y el auello allado en otros muchos lugares, fuera desta historia escrito y pintado, no lo osara poner, por no ser tenido por hombre que escribia fábulas; […]; y eran tantos los arroyos de sangre humana que corrian por las gradas abaxo de templo, que caída á lo baxo y fría, hacia grandes y gordas pellas y quajarones que ponían espanto. Desta sangre andauan cogiendo muchos sacerdotes en xícaras grandes y con ella andauan por todas las hermitas de los barrios y umilladeros que ellos tenían, untando todas las paredes, umbrales y quiciales dellas: untauan los ydolos, untaron todos los aposentos del templo de dentro y de fuera, y era tanto el hedor de la sangre que no auia quien lo sufriese, del qual quenta la historia y dice que era un hedor accedo, abominable, que no lo podían sufrir los de la ciudad.11
Estas cifras parecen exageradas a todas luces, aunque hay
estudiosos que no las cuestionen. Es cierto que los sacrificios humanos entre
los mexica aumentaron de
manera considerable en los últimos tiempos de su expansión territorial, pero
inmolar un número tan elevado de prisioneros hubiera presentado un problema de
salud pública en una ciudad que entonces no
llegaría a 75.000 habitantes; considérese que, además de extraerles el corazón,
a los sacrificados se les arrojaba escaleras abajo del templo y allí se les
decapitaba y desmembraba, entregando en ocasiones
muslos y brazos a los captores, pero el resto del cuerpo no se quemaba y era
necesario deshacerse de él.
Por otra parte ofrendar tal número de prisioneros, contando con que la inmolación duraba desde el amanecer al anochecer y no veinticuatro horas al día, hubiera requerido un inmenso esfuerzo para ser realizado sólo en cuatro días.
Progreso de Mexico-Tenochtitlan
La máxima expansión territorial de la Triple Alianza se produjo en
tiempos de Ahuitzotl, por lo que el comercio y el flujo de tributos permitieron
el crecimiento de la ciudad y el aumento de la riqueza de la misma. Ante el
incremento de la población se hizo necesario ampliar el abastecimiento de agua
a la ciudad, pues la de Chapoltepec era
insuficiente para cubrir sus necesidades.
Según narran varios cronistas, Ahuitzotl, después de consultarlo con sus oficiales, determinó
traer el agua de los manantiales de Coyohuacan, y solicitó permiso a su tlahtoani, Tzotzomatzin, el cual sin llegar a negarse le advirtió diciéndole que
el flujo de estas aguas era imprevisible y a veces surgían impetuosas, por lo
que podría llegar a anegarse la ciudad. Enfurecido, creyendo ver una
insubordinación de su súbdito, el mexica ordenó la muerte de Tzotzoma, que fue estrangulado.
Tanto Durán como Tezozómoc relatan con extensión los detalles
de la construcción e inauguración del acueducto,
con los rituales seguidos, entre ellos el sacrificio de aves y de cuatro
niños en honor de la diosa de las aguas -Chalchiuhtlicue-. En 1.499, tal como había predicho Tzotzoma, como consecuencia de las turbulentas y fuertes
precipitaciones en el sur de la Cuenca, el caudal del hontanar aumentó y el
nivel de las aguas del lago comenzó a subir y se produjeron graves inundaciones
en la ciudad que prácticamente la destrozaron. Temeroso Ahuitzotl de que el populacho
se rebelara ordenó, por consejo de
Códice Durán. Lámina representativa de las ceremonias de la inauguración del acueducto del Acuecuexco. Se puede observar el sacrificio de niños y codornices.
Tetzcoco y sucesor de Netzahualcoyotl,
cegar el manantial además de sacrificar varios nobles y niños para aplacar
a los dioses de las aguas, Tlaloc y Chalchiuhtlicue.
Nos dice Sahagún al respecto:
Auitzotl fue el octavo señor de Tenuchtitlan [...] Y en su tiempo se anegó la ciudad de México, porque él mandó que se abriesen cinco fuentes que están en los términos de los pueblos de Coyoacan y de Uitzilopuchco. Y las fuentes tienen estos nombres: Acuecuéxatl, Tlílatl, Uitzílatl, Xochcáatl, Cóatl.12
Algunos autores suelen referirse a todas estas fuentes como el manantial del Acuecuexco. No obstante, se sabe por el Dr. Lizardi, que en aquel tiempo eran abundantes los manantiales en la zona de Coyohuacan; llega a describir nueve, hoy secos, de los que sólo pudo observar restos, así como de las conducciones. El de Acuecuexco estaba situado en la actual Colonia Parque de San Andrés y el diámetro de su boca era de 18,25 metros. En cuanto al acueducto, sus observaciones determinaron que tenía 1,80 metros de anchura por 1,60 de altura y que la anchura media del caño era de 0,80 metros.13
Dibujo de un lateral de
la Piedra de Ahuitzotl. Puede
observarse el glifo del tlahtoani encima del personaje y al lado del signo 7
acatl.
Monolito conmemorativo de la construcción del acueducto es la
denominada Piedra de Ahuitzotl, de unos 1.70 m. de longitud, expuesto en el Museo Nacional
de Antropología. En ambas caras del mismo figura la fecha 7 acatl -7 caña, 1.499-, la
de la traída de agua desde Coyohuacan.
Una de las obras que tal vez se puedan adjudicar a Ahuitzotl es la construcción
del dique que más tarde fue reedificado por
los españoles y conocido como albarradón
de San Lázaro (Mapa 8), que servía, junto con las calzadas de Tepeyacac y de Itztapallapan, para retener las aguas dulces que llegaban al lago
desde los ríos y manantiales del
poniente, impidiendo que se mezclasen con las salobres del lado este, lo
que permitiría el riego de los huertos y sembrados de los exteriores de la
ciudad.
La mayor parte de los autores atribuyen la iniciativa de la
construcción del dique al Virrey Luis de Velasco, en 1.555. Pero hay dos textos
que pueden hacer presumir su origen prehispánico. Uno de ellos es el de Durán
cuando afirma con motivo de la inundación de 1.499:
viendo el daño que el agua empezaba á hacer, tomando parecer con los de su consejo, mandó se hiciese una grande albarrada para que la agua que entrase a la laguna no pudiese tornar a reuosar hacia México; y así, convocadas las ciudades y pueblos cercanos, se hizo la albarrada un quarto de legua más acá del Peñol, por todos los arrauales de México; [...]14 [el subrayado se ha añadido aquí].
El otro, el recogido en 1.630 sobre lo afirmado por el indio
Francisco Hernández durante una información testimonial para conocer el lugar
del sumidero del lago:
Preguntado también “por qué, si la laguna tenía un desagüe natural, para qué los indios habían construída una albarrada entre aquella laguna y la ciudad”, respondió que no lo habían hecho los indios para defenderse de inundaciones, sino “por otra comodidad, y era, que dentro de la ciudad tenían huertos y arboledas, y éstas se regaban con agua dulce de los altos, y para que las aguas saladas de la laguna no se mezclasen con la dulce, había sido la albarrada: ésta hallo hecha el Sr. D. Luis de Velasco, y la renovó”.15
Como queda dicho, la inundación casi destruyó Tenochtitlan; la mayor parte de las
casas, de carrizos y barro, se desmoronaron, al igual que muchos palacios de
los nobles. Ahuitzotl ordenó
a los pueblos comarcanos que ayudase a la reconstrucción de la ciudad, quedando
ésta prácticamente con el aspecto que la verían los españoles unos diecinueve
años después.
En 1.502, poco después de la campaña emprendida contra el
sureste de Tecuantepec, falleció Ahuitzotl; según una versión de una enfermedad desconocida que le
dejó “el cuerpo pegado a los huesos”16;
según otra, de una herida en la cabeza, de la que no pudo recuperarse,
causada por un golpe accidental cuando intentaba ponerse a
salvo de la inundación provocada por el desbordamiento de las aguas del Acuecuexco.17
Los funerales del huei
tlahtoani, a los cuales asistieron los otros dos grandes señores de Tetzcoco y Tlacopan, además de los dignatarios de ciudades sojuzgadas, se
celebraron con grandes ceremonias, sacrificándose más de doscientos esclavos
para acompañar y servir a Ahuitzotl
en su última morada.18
Los sacrificios humanos y el canibalismo ritual, vistos desde la perspectiva del hombre occidental del Renacimiento y del de hoy día, eran crueles y execrables. Pero no hay que olvidar que los mexicas no fueron los únicos que, movidos por sus creencias, realizaron tales ofrendas, sino que las mismas eran practicadas en Mesoamérica siglos antes de la existencia de aquellos. E incluso en Asia, África y Oceanía han existido ejemplos de sacrificios humanos rituales, entre ellos la occisión de múltiple individuos como acompañamiento de los gobernantes en su viaje al más allá.
________________
2. Fray Diego Durán: Historia de las Indias de Nueva España e islas de Tierra Firme I. CONACULTA. Cien de México. Primera reimpresión. 2002. México. p. 373.↩
3. Domingo Francisco de San Antón Muñón Chimalpahin Cuauhtlehuanitzin: Las Ocho Relaciones y el Memorial de Colhuacan. Ed. CONACULTA. México 2003, 1ª reimpresión. Vol. II. Séptima Relación. pp. 123 y 139. ↩
4. Fray Diego Durán: Ob. cit. p. 399. Vol. I, Libro II, Cap. LX. p. 252.↩
5. Fray Juan de Torquemada: Monarquía Indiana. Edición digital. UNAM. Instituto de Investigaciones Históricas. Estudios de Cultura Nahuatl. México 1975-1983. Vol. I, Libro II, Cap. LXIII. p. 257.↩
6. Codex Telleriano-Remensis. Bibliothèque Nationale de France. Folio 39r.
http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/btv1b8458267s.r=Telleriano+Remensis.langFR ↩
7. Fray Diego Durán: Ob. cit. p. 408.↩
8. Alvarado Tezozomoc: Crónica Mexicana. Ed. Dastin. Colección Crónicas de América. 2ª edición. Madrid 2001.Cap. 76. p. 325. ↩
9. Alvarado Tezozomoc: Ob. cit. Cap. 77. p. 328.↩
10. Fray Diego Durán. Ob. cit. p. 446. ↩
11. Fray Diego Durán: Ob. cit. pp. 403-405.↩
12. Fray Bernardino de Sahagún: Ob. cit. Tomo II. p. 636.↩
13. Cesar Lizardi Ramos: El manantial y el acueducto de Acuecuexco. Historia Mexicana. Vol. 4, No. 2. 1954. pp. 218-234. ↩
14. Fray Diego Durán: Ob. cit. Tomo I. p. 438.↩
15. Memoria histórica, técnica y administrativa de las obras del desagüe del Valle de México; 1449-1900 , publicada por orden de la Junta Directiva del mismo desagüe. México 1902. Tomo I. Libro Segundo. p. 170.
https://archive.org/details/memoriahistrica00espagoog. ↩
16. Fray Diego Durán: Ob. cit. Tomo I. Cap. LI. p. 450. ↩
17. Fray Juan de Torquemada: Ob. cit. Vol. I, Libro II, Cap. LXVII. p. 266. ↩
18. Fray Diego Durán: Ob. cit. Tomo I. Cap. LI. p. 453. ↩