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LUGAR DE LA EDIFICACIÓN DE MÉXICO-TENOCHTITLAN. CÓDICE DURÁN

domingo, 21 de febrero de 2021

Consolidación del poder

    Itzcoatl, tras la derrota de Atzcapotzalco, introdujo cambios importantes en las estructuras de la sociedad, tanto en los ámbitos social y político como en el terreno militar.
    Hasta entonces el poder político de los sucesivos tlahtoque tenochcas había estado limitado, por depender casi exclusivamente del tributo de los plebeyos -macehualtin- de Tenochtitlan, que a su vez estaban supeditados, para la distribución de tierras e impartición de justicia, de los jefes de los calpontin, cuyos intereses no siempre coincidían con los del tlahtoani. Sin embargo, tras la derrota de los tepanecas, Itzcoatl  dispuso de tierras, procedentes de los vencidos, que le tributaban a título personal. Asimismo, como se ha dicho, repartió parte de las nuevas propiedades entre su propia familia, los nobles, los templos, en menor medida a los calpontin y, a título individual, entre guerreros plebeyos que se habían distinguido personalmente en las batallas; pero, en general, los macehualtin  quedaron excluídos del reparto.
Esta situación se intentó racionalizar por parte del poder, en el relato histórico, como la consecuencia de un pacto entre los nobles y la gente del pueblo. Aquellos eran partidarios de la guerra contra Atzcapotzalco, mientras que el pueblo, temeroso de los perjuicios de una posible derrota, se oponía; incluso era partidario de llevar la imagen de su dios, Huitzilopochtli, a la ciudad tepaneca, lo que se interpretaba por aquellos pueblos como un claro signo de sumisión. Finalmente se llegó a un acuerdo: en caso de ser derrotados los mexicas, los macehualtin matarían a los nobles y comerían su carne; por el contrario, si éstos resultaban  vencedores  los  plebeyos  se convertirían en sus tributarios,  trabajarían sus  tierras, edificarían sus casas y portearían su bagage y armamento en sus desplazamientos a la guerra.
He aquí como describe el pacto Fray Diego Durán:
“Sauido ya por los de México como ya la guerra estaua publicada y que no se podía dexar de hacer y efetuar, la gente comun, temerosa, empeçó a temer y hacer lástimas y á pedir á los señores y al rey los dexase salir de la ciudad. Los señores consolándolos, y el rey en persona les dijo: no temais, hijos míos, que aquí os pondremos en libertad sin que os haga mal ninguno. Ellos replicaron, ¿y si no salieredes con ello, qué será de nosotros? Si  no saliéremos con nuestro yntento nos pondremos en vuestras manos, dixeron ellos, para nuestras carnes sea mantenimiento vuestro, y allí os vengeis de nosotros y nos comais en tiestos quebrados y sucios, para que en todo nosotros y nuestras carnes sean infamemente tratadas. Ellos respondieron, pues mirá que así lo emos de hacer y cumplir, pues vosotros mismos os dais la sentencia; y así nosotros nos obligamos, si salís con vuestro intento, de os seruir y tributar y ser vuestros terrasgueros y de edificar vuestras casas y de os seruir como á verdaderos señores nuestros, y de os dar nuestras hijas y hermanas y sobrinas para que os siruais dellas, y cuando fuéredes á las guerras de os lleuar vuestras cargas y bastimentos y armas á cuestas, y de os seruir por todos los caminos por donde fuéredes; y finalmente, vendemos y subjetamos nuestras personas y bienes en vuestro seruicio para siempre. Los principales y señores viendo á lo que la gente común se ofrecia y obligaua, admitieron el concierto, y tomándoles  juramento de que así lo cumplirian, ellos lo juraron […]”1 

    En el plano castrense Itzcoatl  elevó a sus familiares más cercanos a los más altos grados, nombrando a sus sobrinos Motecuhzoma y Tlacaelel, respectivamente, tlacatecatl y tlacochcalcatl, es decir capitán general del ejército y general jefe del armamento militar. 

    Instituyó, como ya se dijo en el capítulo anterior el Consejo de los Cuatro, dentro del Consejo Supremo, compuesto de cuatro nobles escogidos de entre los parientes más próximos, uno de los cuales tenía que ser electo como nuevo tlahtoani.

    En el aspecto social, la distribución de tierras entre los nobles y guerreros distinguidos constituyó la base económica para una fuerte estratificación, que continuaría hasta la época de la llegada de los españoles. Esta disposición de propiedades en manos de Itzcoatl, tras la derrota de los tepanecas, supuso un gran instrumento para la consolidación del poder de la dinastía. Hasta entonces las prerrogativas de los tlahtoque habían estado bastante limitadas por las potestades paralelas de los jefes de los calpoltin, en cuanto que impartían justicia y repartían los tributos y los efectivos militares entre los habitantes de los mismos. La distribución de tierras entre nobles fortaleció una clase social a la cual además se dieron otra serie de privilegios, como cargos  en la incipiente administración burocrática. También la entrega de propiedades a los guerreros sobresalientes ayudó a crear una categoría de militares ennoblecidos que se ligó más a los intereses  del poder central que a los de sus unidades sociales de origen, facilitando con ello la política de expansión militar del estado. 

    Lo dicho hasta ahora sobre la distribución de tierras hace necesario comentar, aunque sea sucintamente, el régimen de tenencia de las mismas por parte de la sociedad mexica. La  mayor parte de las propiedades, a partir de la expansión territorial iniciada por Itzcoatl, radicaba fuera de Tenochtitlan, pues el espacio destinado al cultivo en la ciudad era reducido y sus habitantes anteriormente dependían, en gran medida a través del intercambio por productos del lago, del suministro de recursos agrícolas de otros altepeme de la Cuenca.

    No existe acuerdo  entre los tratadistas sobre la existencia o no de propiedad privada de la tierra entre los mexicas. Sin embargo, prescindiendo de concepciones de tipo jurídico o formal, se puede decir que lo verdaderamente esencial sobre su tenencia no estribaba tanto en su propiedad como en su provecho. Dice Castillo Ferreras al respecto:

“Si ningún mexica, incluyendo al  tlatoani, pudo pregonar en aquella época ‘esta tierra es mía’, estaba en lo cierto: la tierra no era de él sino para él.”2

    Aceptando que sólo existían dos clases de propiedad de las tierras, la comunal y la estatal, las mismas eran, respectivamente, las calpollalli -literalmente tierras del calpolli- y las altepletalli -textualmente tierras del altepetl- .

    En atención al uso a que estuvieran dedicadas, las fuentes documentales hablan, entre otras, de las siguientes categorías:

-Calpollalli, tierras comunales, de posesión corporativa de los miembros del calpolli. Entre ellas se podían distinguir las cultivadas en común para el pago del tributo y las que se entregaban a cada uno de sus miembros para su labradío y sustento; éstas no se podían vender ni arrendar por parte de sus usufructuarios y si las dejaban de cultivar sin justificación por más de dos años las perdían.

-Tlatocatlalli, textualmente tierras del tlahtoani. Tierras públicas destinadas a un gobernante por sus funciones de dirigente supremo de un altepetl. Eran inalienables y pasaban al próximo tlahtoani al suceder a su predecesor.

-Tecpantlalli, literalmente tierras del palacio. Tierras públicas reservadas para cubrir las necesidades de los servidores del palacio del señor. Las personas que las usufructuaban, los tecpanpouhque, no podían ni venderlas ni arrendarlas, aunque las podían transmitir hereditariamente si sus hijos seguían al servicio del palacio.

-Pillalli, tierras de los nobles. Tierras concedidas por el gobernante a los pipiltin de nacimiento. Podían ser cedidas hereditariamente. Esta posibilidad de transmisión hereditaria es la que ha conducido a algunos historiadores a divulgar la existencia de la propiedad privada de estas tierras. Sin embargo su posesión tenía ciertas limitaciones, pues aunque podían ser vendidas el adquirente debía de ser otro noble, nunca un plebeyo.

También se incluían en esta rúbrica las tierras entregadas a guerreros del pueblo llano que se habían distinguido en batallas, los cuauhpipiltin, cuyo estatus nobiliario era inferior al de aquellos; y las tierras concedidas a determinados señores por prestación de servicios públicos. En estos casos la posesión no era transmisible por herencia.

-Teotlalli, tierras de los templos. Tierras públicas entregadas por el gobernante para el mantenimiento de los templos y sus sacerdotes.

-Milchimalli, tierras cuyos rendimientos estaban destinados al sostenimiento del ejército.

    Murió Itzcoatl el año 13 tecpatl -1.440 d.C.-, y, además de las reformas efectuadas en las facetas política, militar y social ya comentadas, durante su mandato se ejecutaron importantes obras públicas como fueron la construcción de la calzada de Itztapallapan, el engrandecimiento del Huei Teocalli y la elevación de otros templos.

    La calzada de Itztapallapan unía en línea recta el centro ceremonial de Tenochtitlan con Huitzilopochco, con dos ramales previos que comunicaban uno con Coyohuacan y otro con Mexicatzinco e Itztapallapan. Desde Huitzilopochco, la vía continuaba por la orilla del lago hasta las cercanías de Xochimilco, donde se internaba de nuevo en las aguas hasta llegar a esta población.    

    Por disposición de Itzcoatl la calzada fue construída por los xochimilca, con ayuda de los coyohuaque y los atzcapotzalca, tras la derrota de los mismos por los mexicas. He aquí como describe Alvarado Tezozómoc dicha orden:

 “Entendido por él, hizo llamar a los tepanecas de Azcapuçalco y los de Cuyuacan juntamente, los suchimilcas, e les dixo: ‘luego habeis de poner entre todos vosotros una calçada y camino, toda de piedra pesada de quince braças de ancho, dos estados de alto’. Y visto el mandato, se hizo luego, que es éste de agora de la entrada de Mexico Xoloco.”3 

    Se han descubierto siete fases constructivas del Huei Teocalli o Templo Mayor y que cada una consistía en una superposición sobre la anterior, haciendo el edificio más ancho y más alto, basándose en la necesidad de evitar su hundimiento en el  terreno pantanoso y en el no menos importante empeño de los sucesivos gobernantes en aumentar su prestigio y su impresión de poder. Pues bien, la que ha sido llamada fase III, que cubrió totalmente la construcción anterior, es atribuída por los arqueólogos a la época de Itzcoatl, ya que una fecha grabada en la parte posterior del basamento representa el año nahui Acatl -4 Caña-,  correspondiente a nuestro 1.431 d.C., unos cinco años después de la asunción del poder por este tlahtoani.

    Una de las acciones políticas más importantes de este dirigente fue el impulso dado a la constitución de una confederación de Tenochtitlan con los señoríos de Tetzcoco y Tlacopan que, después de la derrota de Atzcapotzalco, mantuvo su vigencia hasta la conquista de los españoles. Dicha asociación, conocida como la Triple Alianza, permitió la expansión de los confederados a territorios muy alejados de la zona lacustre de la Cuenca de México, desde las costas del Golfo a las del Pacífico.

  

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1. Fray Diego Durán: Historia de las Indias de Nueva España e islas de Tierra Firme. Tomo I. CONACULTA. Cien de México. Primera reimpresión. 2002. México. p. 126.

2. Víctor M. Castillo F.: Estructura económica de la sociedad mexica según las fuentes documentales. UNAM. Instituto de Investigaciones Históricas. 3ª ed. México 1996. p. 84.

3. Fernando Alvarado Tezozómoc: Crónica Mexicana. Editorial Dastin. 2ª ed. Madrid 2001. p. 106.